Lunes 19
¡Hoy es mi cumple! No dio tiempo a que sonara la alarma y mi madre ya
me estaba llamando por el móvil de Laura. Me maquillé, me vestí y después de
peinarme en mi cama apareció una libreta de lentejuelas. Era un regalo de
Laura, leí la dedicatoria muy emocionada. Quedaba media hora para irnos y aún
no habíamos desayunado.
París estaba nevado y el frío se colaba entre la ropa, pero de momento
la nieve no caía. Cogimos el metro rumbo a Notre Dame. Esta, se encuentra al
lado del Sena, es una catedral del estilo Gótico. Al verla me acordé de la
película del Jorobado de Notre Dame; entramos en lo que era la iglesia. Lo que
más me llamó la atención fueron las vidrieras de los laterales; por lo demás
era una catedral bastante corriente.
Al terminar la vuelta, salimos para ponernos en la fila de subida a
las torres, pero estaba empezando a nevar otra vez y todavía no las habían
limpiado de la tormenta de ayer. Nos dijeron que volviéramos a las 11:30 y como
quedaba media hora nos fuimos a ver las tiendas de recuerdos y me compré una
sudadera de la universidad de París. Al volver, las torres seguían cerradas y
nos fuimos al Barrio Latino donde está la universidad La Sorbona.
Subimos la avenida hasta el jardín de Luxemburgo, donde el lago se había helado y en la hierba había escarcha; nos dieron diez minutos para verlo. Nos hicimos fotos y yo conocí a dos patos a los que creo que no les caí muy bien, ya que uno me mordió. Volvimos a bajar al Barrio Latino donde nos indicaron el punto de queda. Teníamos dos horas para comer y descansar. Algunos querían ir al Burger, pero al ser una zona tan céntrica, estaba “petao” de gente y como personalmente no me gustan las aglomeraciones, Laura, Alaia y yo, decidimos subir otra vez a los Jardines en donde habíamos visto una bocatería. Tanto la comida como el local estaban bastante bien. Había calefacción y poca gente. Al final, por ser mi cumple, decidí invitar a las chicas a una tarta. Era de chocolate y plátano, aunque no muy grande, se notaba que era casera y reafirmaba la buena pastelería francesa. Bajamos tranquilamente al punto de encuentro y todos nos fuimos al Louvre, donde comenzaríamos la visita a las 16:00 h. Por el camino vimos el puente de los candados que, se veía que no cabía ni uno más. Al llegar Louvre, fue como entrar en una película de las de clase de historia. El palacio era inmenso, con unas pirámides de cristal en el centro del recinto, tras tres intentos fallidos, encontramos la entrada al museo.
Dentro era como una ciudad subterránea, llena de gente que iba y venía
en todas direcciones. Pasamos el control y entramos al museo. Nos recibió la
Victoria de Samotracia. Seguimos subiendo las escaleras y, tras unas galerías,
llegamos a la sala de la Mona Lisa. Todo el mundo se espera un cuadro grande
como el Guernica, pero ese cuadro era tan pequeño que me los podía guardar en
el bolso. También vimos el de La Libertad guiando al pueblo. Hasta ahí todo
normal. Pero al salir de la sala, Sheila
y yo nos encontramos con unos amigos de un campamento, y en lo que tardamos en
decir “hola”, un grupo de turistas pasó por medio separando en dos el grupo.
Nos dirigimos hacia el vestíbulo y sólo había dos escaleras; había una opción
de error y una de acierto, bien pues tomamos las escaleras equivocadas. Tras buscar
durante media hora, algunos propusieron volver al punto de encuentro; donde
había que acudir si nos perdíamos. Yo no me quería perder lo que nos quedaba
del Louvre así que volví a entrar por mi cuenta. Me llegaron mensajes
retardados de Laura de que iban a las momias (ella y Alaia estaban en el grupo
de los no perdidos). Entré sola y de paso vi la Venus de Milo, una turista
alemana me hizo una foto y salí corriendo hacía las momias, pero a la hora de
salir estaba perdida; le di dos vueltas a la sala, vi a dos turistas rezagados
y les seguí hasta la salida. Al haber dos meeting points, para acabar de
arreglarlo, me fui al que no era. Al final todo ha quedado como una anécdota
aunque, al llegar con el grupo, la gente estaba bastante
preocupada.
Fuimos al metro para ir a la Torre Eiffel y, para acabar bien la
tarde, perdimos a un niño en el metro. A una de las profesoras casi le da un
ataque. ¡Dos niños perdidos en menos de una hora! Lo encontramos, obviamente.
Llegamos a la Torre Eiffel, pasamos los controles y compramos las entradas.
(Nos bajaron el precio por el mal tiempo). Subimos al segundo piso en ascensor.
El frío era insoportable, pero mereció la pena, aunque sólo fuera por ver París
de noche. A los cinco minutos tuvimos que volver a la parte de las tiendas
porque estábamos a ocho grados bajo cero. Vimos París tras los cristales.
Mientras esperábamos para bajar nos hicimos amigos de unos canarios, ¡irse al
extranjero para conocer españoles! Fuimos al punto de queda y nos marchamos al
hotel; cenamos una pizza. Alaia, Laura y
yo fuimos a nuestra habitación. Bajamos a las doce para el último recuento y al
llegar a la cama caímos rendidas. ¡Unos 16 años inolvidables!
Lo mejor de lo mejor 🙌❤
ResponderEliminaraquí podemos ir contando nuestras azañas
EliminarMee encantaa😊😊
ResponderEliminarasí lo puedes ir viendo como lo vivimos nosotras m alegro de que te guste
EliminarEstupendo, Inma.
ResponderEliminaraprendo rápido
EliminarNotre Dame bastante normal???? Cést magnifique!!!
ResponderEliminarSe me hizo pequeña aunque he de decir que como no la vi entera tampoco se cual es su magnitud 😅 la próxima vez que vaya reporto desde arriba de las torres 😋
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