viernes, 30 de marzo de 2018

PARÍS - día 1

Domingo 18
2:30 todos en el Serrano Macallo esperando al autobús que nos llevaría al aeropuerto. Laura y yo íbamos juntas, ella propuso que nos durmiéramos un rato ya que al llegar a París no tendríamos tiempo para descansar, pero no pudimos, no sé si sería por los nervios o la emoción del viaje, o por esos remix de flamenco que el conductor tenía a todo volumen; así que decidimos hablar con el resto de nuestras amigas que tampoco pegaban ojo.
Llegamos a Barajas donde embarcamos sin problema el equipaje. Como aún quedaban dos horas largas para que saliera nuestro vuelo, desayunamos.
A eso de las 8:15 fuimos a controles, donde no hubo ningún problema, cosa que ahora me extraña ya que esta excursión estaba gafada.
Llegó el momento de embarcar, pasamos la puerta y subimos al autobús que nos llevó a nuestro avión. Íbamos por orden de apellidos aunque mi compañía tampoco me desagradaba iba con una compañera de clase del año pasado. Todo el mundo estaba tan cansado que se quedaron dormidos a la media hora del vuelo. Yo, por mi parte, no soy capaz de dormir en otro sitio que no sea una cama, por lo que me leí la revista que me había comprado unas 4 o 5 veces. Cerca de las 13:00h, llegamos a París, al ir a por las maletas, me di cuenta de que el teléfono se me había bloqueado!!! Me dijeron que podía ser porque estaba en un país distinto, cosa que me extrañaba porque el móvil era MADE IN FRANCE.
Recogimos las maletas y, fuimos al bus que nos llevaría al al hotel, al llegar nuestras habitaciones no iban a estar listas hasta las tres y eran las dos. Eso nos retrasaba el programa por lo que mientras las profesoras lo arreglaban, todos comimos para ganar tiempo. Cuando nos dieron las llaves de las habitaciones, subimos escopetados a la habitación en un ascensor en el cuál, no se por qué, no se le encendía la luz.
La habitación no era gran cosa para ser un hotel de tres estrellas. Tenía dos camas individuales pegadas a un escritorio enorme e inútil, dos mesillas y un baño pequeño. Nos abrigamos lo mejor que pudimos y bajamos puntuales al vestíbulo aunque aún faltaba medio grupo. Al salir hacía un frío de ese que se te mete en los huesos. Fuimos a la Torre Eiffel, nuestra primera parada. Mientras esperábamos para pasar el primer control empezaron a caer pequeños copos de nieve; tras el control, bajo la Torre Eiffel los pequeños copos se convirtieron en una tormenta de nieve, cerraron la torre y desalojaron el recinto. Al cambiarse los horarios la travesía en barco prevista para las ocho de la tarde la hicimos a las seis. El Bateau Mouche, que así se llamaba, estaba lleno de turistas por lo que encontrar un sitio fue casi imposibles. Pasamos al lado del Louvre, la Conciergerie, la Asamblea Nacional, la Torre Eiffel dos veces y la estatua de la libertad. 
Hicimos algunas fotos aunque agarrar la cámara esas temperaturas tiene su mérito. Al bajar del barco nevaba menos y partimos rumbo al Trocadero. Desde lo alto se veía todo París iluminado, pero no paramos mucho tiempo porque estaba anocheciendo. Nuestra última parada fue el Arco del Triunfo, al que no pudimos subir ya que no habíamos hecho una reserva previa. Como nos quedaban dos horas antes de subir al hotel, nos dejaron dar una vuelta por una de las calles comerciales más lujosas de París: los Campos Elíseos. Nosotras dimos una vuelta pero no compramos nada. A la hora de queda fuimos al punto de encuentro y nos montamos todos en el metro rumbo a Cambrone, el barrio de nuestro hotel. Al llegar nos pusimos los pijamas y nos comimos el último bocadillo que nos quedaba. Finalmente nos dormimos.





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