sábado, 31 de marzo de 2018

PARÍS - día 4


DIA 4 – MIÉRCOLES 21
¡Ese día fuimos a Disney! Por la mañana, al abrir la cortina entro un sol radiante por la ventana. Fue la primera vez en tres días que hizo sol en París. Tuvimos que levantarnos un poco más temprano porque venía a por nosotros un autobús para llevarnos a Disneyland. Al subir nos dimos cuenta de que el único día que iba a hacer sol lo íbamos a pasar en un parque de atracciones. Cuando llegamos a Disney, tuvimos que subir dos rampas hasta llegar a la primera puerta de acceso al parque. Pasamos el control y fuimos hasta la verdadera entrada. El primer parque era increíble, tenía setos con forma de corazón y de Mary Poppins; una gran calle de tiendas en casitas que
parecían de hadas o enanitos. Pasamos la rotonda y el castillo
apareció ante nuestros ojos;¡ todo era mágico!. Nuestra primera parada fue “El Oeste”, aunque no pudimos montar en nada porque estaba todo en reforma. Nos dirigimos a la zona de los piratas, y Alaia se acordó de una atracción de Piratas del Caribe.Fue una de mis favoritas, montamos en una barca que nos llevó por ciudades, barcos, naufragios, batallas,…
 todo el mundo de Jack Sparrow; fue como entrar en una peli. Luego entramos a la zona de las princesas, pero las colas que había para entrar a las atracciones tenían tiempo de espera de horas, por lo que fuimos al siguiente parque: el de ciencia ficción. Montamos en una atracción de disparar a marcianitos
y luego yo subí la montaña de Star Wars ¡Simplemente waw! Laura y Alaia no quisieron montar asique se fueron a una parecida al Canguro. Me dijeron que tampoco me perdí nada. Volvimos al oeste y
montamos en un barco que recorrió el lago. Tampoco hubo mucha emoción, pero estuvo bien. Salimos del parque principal y nos fuimos al de Disney  Studios; ese tenía atracciones más emocionantes. Laura y yo montamos en la atracción del hotel. Ponían una mini peli antes contando la historia, pero cómo estaba en francés y no tenía subtítulos no
me enteré de mucho. Subimos a la atracción y casi se me fue volando el bolso. ¡Fue increíble!, aunque nos despeinamos un poco. La siguiente, la de Nemo; subimos al caparazón de una tortuga y entramos en una corriente marina, en esta atracción tampoco nos arreglaron mucho los pelos. Al salir de esa,nos dirigimos a la de los soldaditos verdes de “Toy Story” y montamos en paracaídas. Se veía todo el parque desde arriba.
Al bajar nos comimos unos bocadillos que nos había hecho Laura, ¡estaban buenísimos! y fuimos a la atracción de “Ratatouille”, pero estaba cerrada. Volvimos a Disneyland y Laura y yo nos compramos unas orejitas de Minnie Mouse y
volvimos al barrio Vaquero a por una sudadera que Alaia quería comprarse. Después vimos el desfile, uno de los mejores momentos del parque y luego, como aún nos quedaba tiempo hasta la hora de ver los fuegos artificiales, subimos al castillo de la “Bella Durmiente”. Fue como estar en el cuento. Luego volvimos al parque de ciencia ficción y montamos en una atracción de conducir. Alaia iba a mi lado y
me dijo que cuando me saque el carnet se lo pensaría dos veces antes de ir conmigo en el coche. (Atropellé tres veces al de delante, aunque
en mi defensa diré que era muy lento). Intentamos ir al laberinto de Alicia, pero ya estaba cerrado; aunque tengo fotos bastante chulas. Al final fuimos a ver el desfile, que me emocionó aunque no lloré. Fue como volver a ser una niña. Cogimos el autobús de vuelta al hotel. Al volver, nos quedamos atrapadas en el ascensor Laura, Alaia, Sheila, Andrea, Esther y yo. ¡Se nos desmagnetizaron las tarjetas!
 Y no se abría el ascensor. De repente, se abrieron las puertas y entraron Ami y Nuria. Les dijimos que nos dejaran salir que el ascensor no funcionaba, pero se cerraron las puertas con todas dentro; y hasta que unos turistas no llamaron, no pudimos salir. Nos arreglaron las tarjetas y subimos a las habitaciones. Preparamos una mini-party en nuestra habitación. Luego hice mi maleta; no me acuerdo que hora era, sólo sé que estaba agotada. Era hora de dormir. Así fue nuestra última noche en París.










PARÍS - día 3



DÍA 3- MARTES 20
No sé para qué ponemos el despertador si ya nos despierta mi madre. ¡Esa mañana me resucitó el móvil! París amanecía nublado y amenazaba  lluvia. Al levantarnos fue la misma rutina. Por la mañana fuimos en metro hasta el D’orsay. Al entrar pasamos los controles y dejamos los abrigos en el guardarropa. El museo estaba en una antigua estación de tren y entraba luz por todas partes; aquí era más difícil perderse. El Louvre es como el prado y el D’orsay
como el Thyssen. Este último me gustó más, no sólo porque no me perdí, sino porque prefiero el arte moderno. Vimos una exposición de los inicios del impresionismo, los cuadros tenían color, vida, distintos planos, puntillismo, una colección de cuadros en los que se veía Notre Dame a diferentes horas del día,... De esa pasamos a la zona de Van Gogh que ocupaba tres salas donde había cuadros como el de “La habitación” o “Los Girasoles”...(impresionante). Por último vimos una exposición de muebles antiguos, no era muy relevante, pero tenía cosas curiosas. Teníamos que coger el metro nuevamente. Llegamos a Montmartre donde estaba la “Sacre Coeur”; desde fuera se veía enorme, pero por dentro tampoco es tan grande. Al salir fuimos a la plaza de los Pintores, en donde artistas callejeros mostraban su a
rte al resto del mundo. Nos dieron hora y media para comer. Laura, Alaia y yo comimos en una bocatería al lado de la “Sacre Coeur”. Después nos sentamos en las escaleras a contemplar la ciudad y nos volvimos a la plaza de los Pintores, donde vimos a los artistas realizar su trabajo. Me terminé quitando las botas porque, de tanto andar, me notaba los pies palpitantes
. Cuando nos reunimos con el grupo, bajamos hasta el “Moulin Rouge”, el cabaret más importante de Francia. Tomamos de nuevo el metro hasta la Pompidau. Nos dieron media hora para verla. Nos acercamos para entrar, pero nuevamente tuvimos problemas para encontrar la entrada ,como en el Louvre. Todo el mundo agachaba la cabeza para no darse con un hierro de la estructura, pero yo no me di cuenta y me lo comí. Me salió un buen chichón, para nada, ya que al llegar vimos que los martes cerraba; así continuamos con nuestra mala suerte. Aprovechando el rato fuimos a una tienda de chocolates; parecía la de las pelis. Compré una tableta de chocolate para mis padres y nos volvimos al punto de encuentro.
Para variar un poco, compramos la cena en un supermercado y las profesoras decidieron que, en vez de coger el metro, nos pateáramos medio París hasta la plaza de la Concordia, al principio de los Campos Elíseos, donde estaba el Obelisco con jeroglíficos egipcios. Subimos “toooda” la avenida y, por el camino, pudimos ver ratas del tamaño de gatos gordos caminando hacia el parque. Llegamos a la calle comercial, donde la gente se fue de compras a Vans, Adidas,… Nosotras nos sentamos en un banco. Tras descansar un rato, subimos la avenida y entramos en el túnel que da al Arco del Triunfo, en donde se estaba calentito. A la hora fijada subimos hasta el punto de encuentro. Habría sido bonito volver paseando, pero estábamos tan cansados que cogimos el metro. Al llegar, cenamos en nuestra habitación con Alaia , me duché, llené la papelera del baño de agua hirviendo, eché unos paquetes de sal que cogí de la cafetería y metí los pies hasta que me dejaron de doler. Luego caí en la cama rendida.


viernes, 30 de marzo de 2018

PARÍS - día 2


Lunes 19
¡Hoy es mi cumple! No dio tiempo a que sonara la alarma y mi madre ya me estaba llamando por el móvil de Laura. Me maquillé, me vestí y después de peinarme en mi cama apareció una libreta de lentejuelas. Era un regalo de Laura, leí la dedicatoria muy emocionada. Quedaba media hora para irnos y aún no habíamos desayunado.
París estaba nevado y el frío se colaba entre la ropa, pero de momento la nieve no caía. Cogimos el metro rumbo a Notre Dame. Esta, se encuentra al lado del Sena, es una catedral del estilo Gótico. Al verla me acordé de la película del Jorobado de Notre Dame; entramos en lo que era la iglesia. Lo que más me llamó la atención fueron las vidrieras de los laterales; por lo demás era una catedral bastante corriente.
Al terminar la vuelta, salimos para ponernos en la fila de subida a las torres, pero estaba empezando a nevar otra vez y todavía no las habían limpiado de la tormenta de ayer. Nos dijeron que volviéramos a las 11:30 y como quedaba media hora nos fuimos a ver las tiendas de recuerdos y me compré una sudadera de la universidad de París. Al volver, las torres seguían cerradas y nos fuimos al Barrio Latino donde está la universidad La Sorbona.

 Subimos la avenida hasta el jardín de Luxemburgo, donde el lago se había helado y en la hierba había escarcha; nos dieron diez minutos para verlo. Nos hicimos fotos y yo conocí a dos patos a los que creo que no les caí muy bien, ya que uno me mordió. Volvimos a bajar al Barrio Latino donde nos indicaron el punto de queda. Teníamos dos horas para comer y descansar. Algunos querían ir al Burger, pero al ser una zona tan céntrica, estaba “petao” de gente y como personalmente no me gustan las aglomeraciones, Laura, Alaia y yo, decidimos subir otra vez a los Jardines en donde habíamos visto una bocatería. Tanto la comida como el local estaban bastante bien. Había calefacción y poca gente. Al final, por ser mi cumple, decidí invitar a las chicas a una tarta. Era de chocolate y plátano, aunque no muy grande, se notaba que era casera y reafirmaba la buena pastelería francesa. Bajamos tranquilamente al punto de encuentro y todos nos fuimos al Louvre, donde comenzaríamos la visita a las 16:00 h. Por el camino vimos el puente de los candados que, se veía que no cabía ni uno más.  Al llegar Louvre, fue como entrar en una película de las de clase de historia. El palacio era inmenso, con unas pirámides de cristal en el centro del recinto, tras tres intentos fallidos, encontramos la entrada al museo.
Dentro era como una ciudad subterránea, llena de gente que iba y venía en todas direcciones. Pasamos el control y entramos al museo. Nos recibió la Victoria de Samotracia. Seguimos subiendo las escaleras y, tras unas galerías, llegamos a la sala de la Mona Lisa. Todo el mundo se espera un cuadro grande como el Guernica, pero ese cuadro era tan pequeño que me los podía guardar en el bolso. También vimos el de La Libertad guiando al pueblo. Hasta ahí todo normal.  Pero al salir de la sala, Sheila y yo nos encontramos con unos amigos de un campamento, y en lo que tardamos en decir “hola”, un grupo de turistas pasó por medio separando en dos el grupo. Nos dirigimos hacia el vestíbulo y sólo había dos escaleras; había una opción de error y una de acierto, bien pues tomamos las escaleras equivocadas. Tras buscar durante media hora, algunos propusieron volver al punto de encuentro; donde había que acudir si nos perdíamos. Yo no me quería perder lo que nos quedaba del Louvre así que volví a entrar por mi cuenta. Me llegaron mensajes retardados de Laura de que iban a las momias (ella y Alaia estaban en el grupo de los no perdidos). Entré sola y de paso vi la Venus de Milo, una turista alemana me hizo una foto y salí corriendo hacía las momias, pero a la hora de salir estaba perdida; le di dos vueltas a la sala, vi a dos turistas rezagados y les seguí hasta la salida. Al haber dos meeting points, para acabar de arreglarlo, me fui al que no era. Al final todo ha quedado como una anécdota aunque, al llegar con el grupo, la gente estaba bastante
preocupada.
Fuimos al metro para ir a la Torre Eiffel y, para acabar bien la tarde, perdimos a un niño en el metro. A una de las profesoras casi le da un ataque. ¡Dos niños perdidos en menos de una hora! Lo encontramos, obviamente. Llegamos a la Torre Eiffel, pasamos los controles y compramos las entradas. (Nos bajaron el precio por el mal tiempo). Subimos al segundo piso en ascensor. El frío era insoportable, pero mereció la pena, aunque sólo fuera por ver París de noche. A los cinco minutos tuvimos que volver a la parte de las tiendas porque estábamos a ocho grados bajo cero. Vimos París tras los cristales. Mientras esperábamos para bajar nos hicimos amigos de unos canarios, ¡irse al extranjero para conocer españoles! Fuimos al punto de queda y nos marchamos al hotel; cenamos una pizza.  Alaia, Laura y yo fuimos a nuestra habitación. Bajamos a las doce para el último recuento y al llegar a la cama caímos rendidas. ¡Unos 16 años inolvidables!



PARÍS - día 1

Domingo 18
2:30 todos en el Serrano Macallo esperando al autobús que nos llevaría al aeropuerto. Laura y yo íbamos juntas, ella propuso que nos durmiéramos un rato ya que al llegar a París no tendríamos tiempo para descansar, pero no pudimos, no sé si sería por los nervios o la emoción del viaje, o por esos remix de flamenco que el conductor tenía a todo volumen; así que decidimos hablar con el resto de nuestras amigas que tampoco pegaban ojo.
Llegamos a Barajas donde embarcamos sin problema el equipaje. Como aún quedaban dos horas largas para que saliera nuestro vuelo, desayunamos.
A eso de las 8:15 fuimos a controles, donde no hubo ningún problema, cosa que ahora me extraña ya que esta excursión estaba gafada.
Llegó el momento de embarcar, pasamos la puerta y subimos al autobús que nos llevó a nuestro avión. Íbamos por orden de apellidos aunque mi compañía tampoco me desagradaba iba con una compañera de clase del año pasado. Todo el mundo estaba tan cansado que se quedaron dormidos a la media hora del vuelo. Yo, por mi parte, no soy capaz de dormir en otro sitio que no sea una cama, por lo que me leí la revista que me había comprado unas 4 o 5 veces. Cerca de las 13:00h, llegamos a París, al ir a por las maletas, me di cuenta de que el teléfono se me había bloqueado!!! Me dijeron que podía ser porque estaba en un país distinto, cosa que me extrañaba porque el móvil era MADE IN FRANCE.
Recogimos las maletas y, fuimos al bus que nos llevaría al al hotel, al llegar nuestras habitaciones no iban a estar listas hasta las tres y eran las dos. Eso nos retrasaba el programa por lo que mientras las profesoras lo arreglaban, todos comimos para ganar tiempo. Cuando nos dieron las llaves de las habitaciones, subimos escopetados a la habitación en un ascensor en el cuál, no se por qué, no se le encendía la luz.
La habitación no era gran cosa para ser un hotel de tres estrellas. Tenía dos camas individuales pegadas a un escritorio enorme e inútil, dos mesillas y un baño pequeño. Nos abrigamos lo mejor que pudimos y bajamos puntuales al vestíbulo aunque aún faltaba medio grupo. Al salir hacía un frío de ese que se te mete en los huesos. Fuimos a la Torre Eiffel, nuestra primera parada. Mientras esperábamos para pasar el primer control empezaron a caer pequeños copos de nieve; tras el control, bajo la Torre Eiffel los pequeños copos se convirtieron en una tormenta de nieve, cerraron la torre y desalojaron el recinto. Al cambiarse los horarios la travesía en barco prevista para las ocho de la tarde la hicimos a las seis. El Bateau Mouche, que así se llamaba, estaba lleno de turistas por lo que encontrar un sitio fue casi imposibles. Pasamos al lado del Louvre, la Conciergerie, la Asamblea Nacional, la Torre Eiffel dos veces y la estatua de la libertad. 
Hicimos algunas fotos aunque agarrar la cámara esas temperaturas tiene su mérito. Al bajar del barco nevaba menos y partimos rumbo al Trocadero. Desde lo alto se veía todo París iluminado, pero no paramos mucho tiempo porque estaba anocheciendo. Nuestra última parada fue el Arco del Triunfo, al que no pudimos subir ya que no habíamos hecho una reserva previa. Como nos quedaban dos horas antes de subir al hotel, nos dejaron dar una vuelta por una de las calles comerciales más lujosas de París: los Campos Elíseos. Nosotras dimos una vuelta pero no compramos nada. A la hora de queda fuimos al punto de encuentro y nos montamos todos en el metro rumbo a Cambrone, el barrio de nuestro hotel. Al llegar nos pusimos los pijamas y nos comimos el último bocadillo que nos quedaba. Finalmente nos dormimos.





martes, 13 de marzo de 2018

La Lluvia







Llevamos ya unas semanas pasados por agua, ¡y las que nos esperan!!!
El otro día estaba tumbada en la cama empezando me el libro de -Niebla en Tánger-, la lluvia golpeaba el cristal de mi ventana y el viento retumbaba fuertemente en el patio. Vino a mi mente esta vieja canción que para mi es un clásico que nunca pasará de moda.
La autora es María Villalón 

domingo, 11 de marzo de 2018

-Inma Melón-

Que bonito sería mandar nuestros miedos y secretos a las estrellas, a la vista de todos pero al  alcance de nadie.🌟🌌

sábado, 10 de marzo de 2018

Guía de París

https://www.paris.es/que-ver
Con tanto lío que he tenido en la cabeza no me ha dado tiempo ni a pensar si quiera que estoy, ¡A MENOS DE UNA SEMANA DE IRME A PARÍS!!! 
Aquí os dejo una guía bastante interesante de cosas que ver, YO NO PUEDO ESPERAR MÁS!!!!!

Perfect

No sería bonito sentir que todo es perfecto, que estás con la persona ideal, y poder bailar eternamente a su lado.
Aquí os dejo una balada de Ed Sheeran.
Espero que os guste.

Mi nuevo blog

Hola a todos:
Esta es mi nueva entrada, muchos os preguntaréis por qué he decidido crear ahora un blog, el motivo no es otro que el de proyecto final de mi asignatura de TIC, pero espero que no se quede solo en un proyecto, quiero hablaros de todo lo que a mi me interesa; mis viajes, fotografía, como veo la moda, música, sobre todo aquello que me gusta. Durante los próximos meses me esperan nuevas experiencias, voy a ir a París, la ciudad de mis sueños y allí cumpliré los 16, también me voy a graduar en la ESO, y ya va siendo hora de pensar a donde voy a dirigir mis pasos.
Me gustaría que esto no se quede en un simple proyecto quiero hacer de este blog una nueva forma de expresar cómo veo el mundo y compartir mis experiencias con vosotros.


💚😏